En la guerra, la eficaz transmisión de los mensajes era crucial para tener éxito. Así, interceptando o interfiriendo las transmisiones enemigas se podía lograr una victoria. Un método importante por proteger la información era el uso de códigos. Durante la Segunda Guerra Mundial la ruptura del códigos se volvió una meta para todos los ejércitos.

El ejército americano y las organizaciones diplomáticas tenían dos desafíos importantes: interceptar y descifrar las comunicaciones codificadas de los enemigos y proteger las comunicaciones de los aliados Los Criptógrafos intentaban descifrar los mensajes confidenciales de los enemigos para conocer sus planes.

Simultáneamente, el personal del contraespionaje creó nuevos códigos y las comunicaciones americanas se endurecieron para evitar las intromisiones nazis y japonesas.
El ejército japonés tenía una gran experiencia en códigos increíbles y tenían gran habilidad para crearlos. En 1921, la Oficina de Inteligencia Naval obtuvo una copia del Secreto de la Armada Japonesa "Code-1918" y lo tradujo en cinco años (Whitlock 45).

Durante la Segunda Guerra Mundial, el ejército japonés creó y usó códigos adicionales. El ejército de Estados Unidos tenía la habilidad de descifrar varias partes de estos códigos. El 'Purple Code', también conocido como JN-25, era el más importante. Los alemanes usaron la 'Máquina del Enigma'. Este dispositivo se adelantó al japonés que usaba una versión ligeramente diferente (Momsen). El JN-25 fue hecho en grupos del cinco que permitió cuarenta y cinco mil signos en dos diccionarios diferentes, un código alfabético y otro numérico (Whitlock 46).
Los errores japoneses aumentaron la habilidad americana. Sus mensajes diplomáticos empezaban con "tengo el honor de informar a su excelencia ... " la repetición de esta frase en el código Rojo simplificó las tareas de los descifradores americanos. Los errores de los operadores, la transmisión de mensajes en los códigos Rojos y Purpúreos, y el uso de mismas claves durante un mes ayudó a los americanos a revelar información muy importante y a descifrar los códigos japoneses (Momsen).

El gobierno de Estados Unidos conoció muchas acciones futuras japonesas y alemanas gracias a la intercepción de los mensajes oficiales. Extrañó mucho que Japón averiguase a través de su aliado, Alemania, que los americanos habían descifrado sus mensajes y que siguiesen empleando el mismo código (Momsen).
Los americanos continuaron mejorando la seguridad de sus propios códigos a lo largo de la guerra. Mientras los americanos pudieron usar 'Magic' para limitar los esfuerzos japoneses para especializarse en las comunicaciones en las batallas incluso en Saipan (Drea 739), los marines americanos en Saipan pudieron usar un código que nunca fue descubierto por los japoneses.

Se empleó el lenguaje de los indios navajos. Un código que fue esencial para ganar varias batallas. La complejidad del código dejó perplejo a Japón. Demostró que era imposible ser descifrado por muchas razones. Hay sonidos múltiples por ejemplo, hay palabras que según cómo se digan tienen significados diferentes (Brechling y Gonzales). La complejidad aumentó con el receptor. Una vez que un codetalker navajo recibía el mensaje lo traducía al inglés. Los Navajo aprendieron aproximadamente 450 palabras militares (Molnar)

Los americanos son conocedores de la gran contribución de los indios navajos en la Segunda Guerra Mundial. Además de su valor como guerreros, su dialecto nativo fue la base para un código de comunicaciones de combate tuvo un gran éxito en el cuerpo de marines.

El tamaño y complejidad del propio idioma de navajo hizo que fuera un código sumamente difícil de comprender. Los 29 indios que utilizaron el código original emplearon unas 400 palabras y frases en el Campamento de Pendleton, California. El código estaba hecho a de palabras o frases en idioma navajo, que luego era traducido al inglés. Había variaciones en una misma palabra . Por ejemplo, algunas expresiones fueron usadas descriptivamente. ASÍ-UN-LA-IH en navajo significaba "una estrella". Esto describía la insignia que un General de Brigada. Semejantemente, CHA-LE-GAI se traduce como "las gorras blancas" que significaba marinero" en el código.

TASHI-NA-HAL-DELGADOS "lluvia del pavo" significaba "terreno". Adicionalmente, DE-SER-YAZIE-HA-UN-AH se traduce como "fiesta del cordero". Algunas palabras tenían traducciones simples. Por ejemplo, NE-NA-CHA era "fuman" (Departamento de la Armada).
La primera ofensiva de las fuerzas americanas en el Pacífico fue en Guadalcanal el 7 de agosto de 1942. Aunque los americanos sufrieron numerosas bajas, finalmente el ejército japonés fue derrotado. El indio navajo se convirtió en un arma especial en la guerra. En Tarawa y Peleliu, los marines se afianzaron en la playa con gran facilidad. En Iwo Jima, los marines provocaron más del 95 por ciento de bajas en el ejército japonés. El Comandante Howard Connor, de la 5ª División de los marines señaló que "sin los navajos no hubiera sido posible tomar Iwo Jima".

Durante la Segunda Guerra Mundial Enigma fue una máquina de decriptar, antecesora de los ordenadores modernos. Alemanes y Japoneses tuvieron entonces mala suerte con la criptografía continuamente descifrada en todo o en parte por ingleses y estadounidenses, aunque estos nunca estuvieron seguros de que las potencias del Eje no les estuvieran descodificando a su vez. Hace poco el Congreso condecoró por mano del presidente Bush a cuatro indios navajos supervivientes de la leva de 25 que hizo la infantería de marina para salvaguardar sus comunicaciones radiales en el asalto isla por isla desde Nueva Guinea hasta Okinawa. No sé si tanto como el euskara, pero el navajo parece uno de los idiomas de Babel y es tan endemoniadamente enrevesado que desanima hasta a los filólogos. Además, no se tenía constancia de que algún navajo hubiera salido alguna vez de sus reservas en Nuevo México y Arizona, y menos al extranjero. Y no hay que decir que no existían diccionarios ni siquiera del navajo al inglés. Los navajos en la campaña del Pacífico transmitían las órdenes en su idioma, añadiendo la dificultad de 500 palabras clave que inventaron, y los escuchas japoneses nunca supieron que no estaban ante un código cifrado sino ante una lengua viva. Cada navajo llevaba un marine de escolta que no le abandonaba ni en sus necesidades; precaución por lo importante de su trabajo, pensaban ellos, y con órdenes estrictas de matar al navajo ante la mínima posibilidad de que fuera capturado.



Algunos navajos aún recuerdan la época en la cual sus maestros de habla inglesa les lavaban la boca con jabón al oírlos hablar en el idioma de los Dine, el pueblo navajo. Pero después, el mismo gobierno que los había oprimido en el pasado, ahora les pedía ayuda. Obviamente, ellos no podían negarse, además que se trataba de defender sus tierras, situadas entre las Cuatro Montañas Sagradas, circunstancialmente en New Mexico, U.S.A.

La idea, sin embargo, partió de un ingeniero blanco, Philip Johnston. Hijo de una pareja de misioneros, Johnston creció en la reserva de los navajos en Arizona y aprendió su lengua de niño. No era la primera vez que se sugería el uso de lenguas indias en el Ejército, pero Johnston insistió en que las dificultades fonéticas y gramaticales del navajo lo hacían casi indescifrable.



De manera que escribió una carta al mando norteamericano y terminó convenciéndoles de que le dejaran hacer una demostración. Según un artículo recientemente publicado en el New York Times, el 28 de febrero de 1942 se les dieron cinco mensajes a cuatro indios navajos residentes en California y se les pidió que los transmitieran en su lengua. Aunque hubo alguna inexactitud porque uno de los indios no oyó bien el mensaje, el general Clayton B. Vogel, responsable de las fuerzas anfibias de la Flota del Pacífico quedó impresionado. En mayo de ese mismo 1942 ya había 29 navajos recibiendo formación como descodificadores de mensajes en la base de Camp Elliot, en California.
«Al principio el Ejército se negaba», recuerda Dan Akee, otro de los navajos presentes en Iwo Jima. «No le veían ninguna utilidad. Pero en cuanto nos reclutaron se dieron cuenta de que nuestro lenguaje era perfecto. Nuestra tribu era la única que conocía un código que no estaba plasmado por escrito en ningún lado. No había manera de que los japoneses lo descifraran».



Lógicamente, los navajos tuvieron que inventar palabras para designar cosas a las que nuca antes se habían tenido que referir. Frecuentemente recurrieron a los animales. A los bombarderos los llamaron gini, o halcones; a los acorazados, lotso, o ballenas; a los tanques, chaydagahi, o tortugas. EEUU era Nehammah, Nuestra Madre.



Los windtalkers fueron venerados por su valentía. Desde el mismo momento en que la Quinta División de Marines aterrizó en la playa de Iwo Jima el 19 de febrero de 1945 los jóvenes navajos comenzaron a transmitir órdenes. Sólo en las 48 primeras horas se enviaron más de 800 mensajes sin un solo error.



De la misma manera que cualquier marine, ellos tuvieron que abandonar sus hogares e introducirse a un sistema de entrenamiento militar muy similar al de las aborrecidas escuelas blancas, además de sufrir un entrenamiento físico y mental extremo. Las exigencias físicas no le supusieron dificultades, no siendo así las "rutinas" del ejército y la superación de barreras culturales. El primer pelotón formado únicamente por indios navajos logró romper récords de resistencia, para luego jurar bandera juntos y ser enviados a su destino sin tener la más pálida idea del porqué y el para qué.
Luego fueron informados: la infantería de Marina quería que creasen un sistema de códigos basado en su idioma. Así que, los primeros reclutas navajos se pusieron a trabajar. Comenzó a surgir un alfabeto, luego un código introducido dentro de otro código; tarea muy difícil si se tiene en cuenta que no tenían términos específicos para nada relacionado con la guerra. Sin embargo, todo salió tan bien, que utilizando este método, los Code Talkers navajo podían confundir a otros de su tribu.



El sistema fue probado, teniendo que superar las exigencias: debía ser rápido y preciso. Además, la Infantería de marina cambiaba los parámetros de transmisión de los mensajes todos los días. Puesto que estos mensajes no tenían una gramática auténtica, los errores solo eran descubiertos horas después, cuando los decodificaban y notaban que estos no tenían sentido. Tras ensayo y error, los Code Talkers lograban un sistema para traducir exactamente las transmisiones originales, casi instantáneamente.



Tenían que conseguir un método de codificación muy funcional, como obligación básica; pero incluso después de logrado su objetivo, estos verdaderos americanos siguieron encontrándose con problemas. Al igual que sus otros colegas del ejército, participaron de batallas a través del océano Pacífico, como por ejemplo la de Guadalcanal (la cual tuvo su cúspide el primero de noviembre de 1942, cuando las Fuerzas de la infantería de Marina derrotaron a las fuerzas de choque japonesas y las obligaron a emprender un repliegue hacia el oeste. El 12 de ese mes, las islas Autelianas, ocupadas por los nipones desde julio , fueron recuperadas quedando abierta de esa manera una ruta hacia el Japón); la batalla de Iwo Jima (que llegó a su fin después de veintiséis días de combate, el 16 de marzo de 1945, cuando la Marina norteamericana se apoderó de la isla dejando atrás 17.000 muertos). Uno de los mensajes con más épica de cuantos circularon en la batalla de Iwo Jima fue: «Naastsosi Thanzie Dibeh Shida Dahnestasa Tkin Sush Wollchee Moasi Lin Achi», literalmente «Ratón Pavo Oveja Tío Carnero Hielo Oso Hormiga Gato Caballo Intestinos». O una vez descifrado: «Hemos tomado el Monte Suribachi». Y una batalla mas ganada fue el difícil desembarco de Okinawa (isla que estaba defendida por 80.000 soldados japoneses. El 2 de abril de 1945, el segundo día de penetración, los americanos dominaban la mitad del territorio, enviando a los nipones al sur, hacia Naha, capital de la isla), sin contar con todos los islotes había en el camino.
Los Code Talkers tenían también problemas más personales.

Aparentemente, los marines contaban con un oído que discriminaba muy poco entre el léxico nipón y el navajo, sonándoles estos dos, muy similares. Los indios capturados por el enemigo tampoco la pasaban muy bien que digamos... Uno de ellos, pasó varios meses tratando de convencer a sus captores de que era norteamericano de ascendencia navajo, y no norteamericano de ascendencia japonesa. Este mismo soldado pasó sus últimos días de reclusión bajo terribles torturas, luego que descubrieran que los de su raza habían inventado el "jueguito" que estaba poniendo en jaque al Imperio del Sol naciente. Le exigían respuestas para algo que él desconocía totalmente. El "navajo" que escuchaba le era tan incomprensible como para los japoneses. La milicia americana podía decir ¡Tarea cumplida!



Las comunicaciones, además de ser indescifrables, presentaban la ventaja de ser mucho más rápidas. Codificar un mensaje escrito, radiarlo en morse, transcribirlo y volver a descodificarlo en el punto de recepción a menudo llevaba una hora o más. Los navajos, sin embargo, entregaban sus mensajes en unos minutos.



La forma en que procede una guerra hizo que el lenguaje de los Code Talkers se expandiera a medida que se creaban nuevas armas, tácticas y otras situaciones por el estilo, de la misma forma que lo haría un idioma común y corriente. A medida que pasaba el tiempo, el diccionario fue aumentando de grosor, y los miembros del grupo debían hacer la "tarea" en las trincheras, en lugar de aulas, debido a que el conocimiento de los nuevos términos era cuestión de vida o muerte para miles de personas. En los cuatro años que duró el programa en la Segunda Guerra Mundial, el diccionario original de 263 palabras se amplió a unas 500. El código navajo no era escrito en otro lugar que no fuera en la academia de aprendizaje. Esto gracias a que la tradición de esta tribu era solamente oral, lo cual, además de aportar un nivel más a la seguridad del sistema, hizo de la tarea de los codificadores y decodificadores en el campo, fuera más difícil.



Por supuesto, no existe ningún sistema perfectamente aislado, siempre se pierde algo de materia o energía. Y el de los Code Talkers no iba a ser la excepción: comenzaron a haber "filtraciones". La discreción impuesta sobre el programa comenzaba a ser violada en los Estados Unidos. Periódicos y revistas comentaron que los navajos estaban aportando en la guerra. Aunque todos los artículos eran muy inconcretos, al menos uno reveló detalles importantes. Descifrar la clave parecía imposible en practica aún, pero cualquier información que cayese en manos del enemigo ponía en peligro a los codificadores y a su entorno.



En la guerra murieron seis descifradores, todos ellos, se asegura, bajo el fuego enemigo. Con el propósito de proteger el código, jamás se entregaron las cartas que los navajos enviaban a casa. Un navajo sobreviviente lo recuerda con amargura «Mi madre no supo si estaba vivo o muerto hasta que regresé a casa».

La necesidad de guardar el secreto no terminó con la rendición de Alemania y más tarde de Japón. La Guerra fría ya había comenzado y estados Unidos se las veía negras con otra conflagración en puerta, esta vez contra la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (U.R.S.S., bah). La perspectiva que estaba teniendo el nuevo conflicto hizo de los Code Talkers navajos, un factor de vital importancia. A diferencia de sus compañeros de otras ramas dentro del ejército, ellos no podían hacerse méritos dentro de un bar, o contarles a sus vecinos como ayudaron a la patria a deshacerse del enemigo asiático. Debido a su enorme responsabilidad respecto a los mensajes más delicados, los codificadores navajos estaban presentes en las reuniones estratégicas más importantes y eran los primeros en enterarse del donde, como y cuando ocurría lo que fuese que iba a ocurrir. Sin embargo, debido a la clasificación de su tarea, no se supo casi nada durante unos treinta años respecto a su contribución y conocimiento sobre decisiones de gran magnitud.



La conjugación de un idioma tan complejo como el de los bravos indios navajos y la pericia en criptografía de la National Security Agency (NSA) dio como resultado uno de los pocos códigos que jamás ha sido descifrado por el enemigo.



Aunque en los Expedientes X nos enteramos que los Code Talkers participaron en la Segunda Guerra mundial, también en la Primera varias docenas de indios americanos habían sido iniciados en el área de codificaciones.



Durante toda su trayectoria, los soldados navajos realizaron su trabajo perfectamente sin extraviar ni interpretar en forma equivocada ni un solo mensaje.



La participación de los descodificadores de mensajes indios fue esencial para la victoria. Así lo reconocieron oficiales norteamericanos como el comandante Howard Conner, uno de los militares al mando en la operación de Iwo Jima. «Sin los navajos, los marines jamás habrían tomado Iwo Jima», aseguró algún tiempo después de la batalla.





Sin embargo, mientras a sus colegas marines se les brindó una bienvenida triunfal, el regreso fue muy duro para estos navajos.



«Nadie sabía lo que habíamos hecho», explica resentido un navajo sobreviviente de nombre Dan Akee, «por lo que al volver a la reserva nos sentimos extraños. Acabé viviendo en la calle. Al final mi padre preparó una ceremonia india para ahuyentar a mis demonios. Me sentí un poco mejor e incluso recuperé el apetito, pero las pesadillas no cesaron».



Draper, que trabajó en los ferrocarriles hasta que se jubiló, añade: «A veces me despertaba gritando y sudando, todavía recuerdo aquellas oleadas de gritos de guerra aproximándose a nosotros mientras rezábamos por salir de allí con vida».



Con una salud delicada, Teddy Draper se dirige hacia un espectacular valle cercano a su casa donde la arenisca forma torres que se elevan hacia el cielo y los irregulares cañones se extienden en el horizonte. «Quiero que todo el mundo contemple la hermosura de mi tierra. Adoro este lugar y luché por defenderlo».

A pesar de todo lo que hizo no quiere ser considerado un héroe.«Era nuestro trabajo. Pusimos la tradición al servicio de la guerra moderna. No es la forma en que los navajos solemos demostrar nuestros sentimientos, pero sí que estoy orgulloso».